Los Libros y El Libro

Los Libros y El Libro

September 21st, 1980 @ 10:50 AM

2 Timoteo 4:13

LOS LIBROS Y EL LIBRO Dr. W.A. Criswell 2 Timoteo 4:13 9-21-80     10:50 a.m.   Este es el primer mensaje en la serie de bibliología y se titular, los Libros y El Libro. El contexto, el origen del título se encuentra en 2 Timoteo 4:13. Pablo,...
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LOS LIBROS Y EL LIBRO

Dr. W.A. Criswell

2 Timoteo 4:13

9-21-80     10:50 a.m.

 

Este es el primer mensaje en la serie de bibliología y se titular, los Libros y El Libro. El contexto, el origen del título se encuentra en 2 Timoteo 4:13. Pablo, desde el calabozo de Mamertina en Roma, justo antes de ser decapitado, escribe a Timoteo, su hijo en el ministerio, quien es pastor de la iglesia de Éfeso al otro lado del Mediterráneo en la provincia romana de Asia.

Y escribiendo a Timoteo en 2 Timoteo 4:13, dice: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.”  “Trae ta biblia—los libros, los comentarios, las discusiones rabínicas—pero malista, mayormente, especialmente membrana,” las membranas, la Biblia.  Estas grandes efusiones clásicas del mundo grecorromano normalmente se escribían en algo sustancial como el pergamino, y la Palabra de Dios fue escrita en pergaminos. Y esto dio lugar al asunto, los Libros y El Libro; todos los libros del mundo, y la Biblia.

La vasta multiplicación de libros hoy es casi incalculable e inmensurable. Pero fuera de todos ellos—los millones, y los millones, y los millones de libros y los cientos de miles de ellos que constantemente están siendo publicados por las interminables editoriales—sigue habiendo un Libro.  Libros, ta biblia  y  membrana, el Libro; y este es el tema esta mañana.  ¿Por qué el Libro?  Tengo tres razones por las que es único, apartado, el gran inigualable e incomparable.

Número uno: solo aquí, únicamente aquí, se pueden encontrar las respuestas a las preguntas que queremos saber; sólo aquí, la verdadera revelación del conocimiento que desesperadamente necesitamos en nuestras almas; únicamente aquí. Sólo aquí puedo encontrar el conocimiento que realmente importa en la vida humana, en ningún otro lugar sino aquí. ¿De dónde vengo, y todo el universo que veo creado a mi alrededor?  ¿De dónde ha salido? ¿De dónde vengo?  Otra vez, ¿Cual es el significado de mi existencia? ¿Tiene alguna razón, propósito o destino?  ¿Es mi vida cómo una hoja otoñal que cae al suelo? Millones de estas hojas cayeron el otoño pasado, otros millones están empezando a caer ahora.  ¿Es mi vida diferente de una de estas hojas que caen al suelo?  ¿Tiene la existencia algún significado, propósito o destino? O de nuevo, ¿Adónde voy?  Más allá de la tumba, hacia la oscuridad de la eternidad que está por venir, ¿Hay una luz que brilla? ¿Hay una vida más allá del río oscuro?  Platón, para mí la mente más incomparable fuera de las Escrituras, patéticamente y enfáticamente clamó diciendo, “¡oh!, ojalá hubiera una palabra que como una balsa pudiera llevarnos al otro lado del mar hacia la orilla desconocida.” ¿Existe esa palabra?

Como la brújula para el marinero, el radar para el piloto de avión, el proyecto para el constructor, así es el Libro para nosotros en la vida. Como Isaías escribió en el capítulo treinta de su profecía: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” [Isaías 30:21].  Por tanto es Dios el que nos está hablando. Hay propósito; hay una razón; hay un plan divino para cada una de nuestras vidas, y el Señor nos habla en Sus Sagradas Escrituras.

Me llama la atención al estudiar la Biblia cuando me cruzo con una estadística como ésta. La expresión “el Señor dijo,” “Así dijo el Señor”—Dios habla, la Palabra del Señor—este tipo de expresiones se utilizan más de dos mil quinientas veces en la Biblia. Mirad esto un minuto. Dios nos habla directamente en Su Santa Palabra. La verdad de Dios es objetiva, fuera de nosotros mismos—es objetiva, es una verdad proposicional, que no es subjetiva—no son las especulaciones psicológicas e introvertidas del hombre. Dios habla y Su verdad objetiva es revelada a nosotros en el Libro. El poderoso peso y significado de la Palabra de Dios en esta revelación es muy importante, significativa y vital para nuestras vidas. En el Salmo ciento diecinueve, el versículo 89, el salmista dice, “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.” [Salmo 119:89]. Pero no estoy en el cielo, estoy aquí caminando sobre este globo terrestre, y algo se tiene que hacer, si Dios me da a conocer la palabra que Él ha establecido para siempre en el cielo. Y  la palabra de Dios en el cielo que desciende está en el Libro.

Pablo escribe así en Romanos capítulo 10, versículos 6, 7, 8 y 9. Él dice: “No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo).” Pablo dice: ” Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos “, Y luego nos dice cómo ser salvo. Como Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 2, versículo 13: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” [1 Tesalonicenses 2:13].

Esa palabra que está en los cielos es llevada hasta nosotros y nos es dada en este mundo en el Libro. Es por eso que los primeros predicadores cristianos, en los primeros siglos del cristianismo, es por eso que siempre se presentaban delante de su pueblo a predicar con el Libro en la mano. Y donde quiera que fueran, se presentaban con el Libro en la mano, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo. Esto es único, digo—independientemente, aparte—porque nos revela las respuestas a las preguntas que realmente, de forma vital queremos saber, los libros y el Libro.

En segundo lugar: sólo aquí vas a encontrar la plena revelación de Cristo, la Palabra de Dios, el glorioso Redentor, el Salvador del mundo, sólo en el Libro. Me resulta extraordinario cuando leo la historia antigua y pienso en lo bella, maravillosa e incomparable vida de nuestro Señor, y, sin embargo, sólo hay tres referencias de él en la literatura secular en los primeros 150 años dC. Eso es todo, eso es todo el espectro de la historia de Cristo en la literatura secular. Este libro, el Libro, revela a nuestro Señor en una presentación maravillosa e incomparable: Él vive en sus páginas. Cuando Erasmo publicó su primer Nuevo Testamento griego en 1516, éstas son las palabras que escribió en el prólogo, cito: “Estas páginas sagradas convocarán la viva imagen de Su mente. Éstas le proporcionarán al mismo Cristo hablando, sanando, muriendo, resucitando, el Cristo completo en una palabra. Se le dará a usted en una intimidad tan estrecha que Él le sería menos visible si estuviera delante de sus propios ojos.” Erasmo dice que en estas páginas santas y celestiales, verás a Jesús nuestro Señor de forma más plena, gloriosa y completa que si Él se pusiera delante de nuestros propios ojos; el Libro, la revelación de nuestro Señor. Veis, Él se identifica con Su Palabra. En la Biblia, la Palabra hablada y la Palabra escrita, y el Verbo encarnado son todos lo mismo. Están contemplados por igual como “la Palabra”.

En Juan 1:1, “I En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”  En Apocalipsis 19:11al 13: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

Los tres son la Palabra, y Jesús vive en el Libro, la Palabra. Para mí, espiritualmente, conocer la Palabra es conocer a Cristo. Obedecer la Palabra es obedecer a Cristo. Predicar la Palabra es predicar a Cristo. Si cuestiono o deshonro la Palabra, desacredito y deshonro a mi Señor. Pero si honro la palabra escrita, glorifico a la Palabra encarnada. Es único, es el Libro. Y toda la suma y la sustancia del Libro revelan Su misión redentora. Ese es el Libro. Puedo decir que está dividido en tres grandes partes: la primera parte anuncia que Él viene, Él viene; la parte central describe que Él está aquí, y la última parte, la parte apostólica—que Él viene otra vez.

Este es el Libro. Los profetas, el anuncio: Él está viniendo. Los Evangelios Le mirar en toda su belleza y gloria: Él está aquí. Y los apóstoles: Él viene otra vez. Este es el Libro, y el desarrollo de la historia de redención es el desarrollo del propósito de Dios; Su amor redentor por nosotros en Cristo Jesús, la Palabra de Dios.

La historia del mundo es Su historia. Por eso, cuando leo a los racionalistas alemanes y los altos críticos, que toman la Sagrada Palabra y dicen: “¿Esto? Eso es falso. “Luego se dirigen al siguiente apartado y dicen,” ¿Esto? Eso es falsedad. “Luego dicen,”¿Esto? Eso es fraudulento “, y dicen:” ¿Esto? Eso es falso. “Y cortan todo el Libro en piezas como Joaquín lo cortó con una navaja y lo quemó en una hoguera [Jeremias 36:23]. Eso es lo que hacen.

Pero lo que no puedo entender es esto: tejido a lo largo de la Biblia en cada sílaba y frase, en cada verso y párrafo, en cada capítulo, tejido a lo largo de la Biblia— entretejido en ella, en parte de la trama y la urdimbre de las Escrituras—está el plan de redención, la historia de nuestro Señor redentor. Ahora lo que no puedo entender, si esto es mentira, si aquello es falso, y si lo otro es fraudulento, ¿de dónde ha venido? ¿Cómo puede ser que en algo falso y fraudulento se encuentre este hilo escarlata que nos une con el corazón y el trono de Dios? No los entiendo, y ellos no podían explicarse esto. La razón es obvia. El Espíritu Santo escribió el Libro, y Su historia de redención y salvación se encuentra en cada parte de él. Ese es Dios.

Aparte de otras cuarenta que podría nombrar, una tercera singularidad de este Libro: solo aquí encontrarás ese fenómeno que llamamos profecía, el descubrimiento, el desarrollo del futuro. La palabra griega es apocalypse, apocalipsis.

Hay muchas religiones en el mundo, algunas muertas y unas pocas que aún viven. Y muchas de ellas tienen libros religiosos-Bhagavad gita, los himnos védicos, los dichos de Confucio, los escritos de Mahoma, el Corán del mundo islámico. Pero en ningún libro religioso que exista puedes encontrar el fenómeno de la profecía, lo que nos depara el futuro. Y la razón por la que no lo encontramos en el Bhagavad gita o Gautama Buda o en Mahoma es muy obvia. Ellos no conocen el futuro, y si trataban de desarrollarlo su ignorancia sería obvia. Pero el Dios que escribió este Libro ve el fin desde el principio, y el mañana es como hoy ante Su vista omnipotente. Y en este libro, tenemos, miles y miles de años antes de que suceda, la profecía exacta en detalle, lo que Dios hará en estos siglos por venir.

Y es por eso que es tan significativo para nosotros hoy. Vivimos en tiempos impresionantes, tiempos confusos, tiempos calamitosos. Vivimos diariamente con el temor de que en cualquier momento alguien que nos odia hará llover muerte lívida del cielo sobre nosotros. ¿Y el futuro? Estaríamos perdidos entre los hombres si no fuera porque en el Libro se nos revela un gran plan electivo y el propósito de Dios. Nada sucede accidentalmente, sin sentido ni propósito: la omnipotencia directiva de Dios está guiando el destino de las naciones.

Y en este Libro podemos leer cuales son los propósitos de Dios en Medio Oriente. En este Libro se lee del resurgir de Rusia. En este Libro se lee de la Confederación occidental a la que América pertenece. En este libro leemos acerca de los Judíos y de su destino y de la iglesia y su gloria. Todo ello en este Libro, Dios tiene un propósito en todo esto.

Y para concluir: al enfrentarnos a este futuro inevitable, es este Libro con sus santas promesas y sus palabras de consuelo el que nos sostiene en esa última hora. Un sin fin de veces he escuchado de esos santos que, al enfrentarse a ese último final, dicen: “Tráeme ese bendito Libro antiguo lleno de las promesas de Dios, y léeme una vez más de esa hermosa tierra que es más clara que el día.”  Lo escucho todo el tiempo. Una de las cosas más conmovedoras de la literatura, cuando Sir Walter Scott estaba muriendo, le dijo a su yerno Lockhart, “Tráeme el Libro.”

Y Lockhart dijo, “Padre, la librería tiene miles de libros. ¿Qué libro?”

Y Sir Walter Scott dijo, “Hijo, solo hay un Libro.  Tráeme el Libro.”

Y Lockhart llevó al gran novelista escocés la Biblia, y murió con este Libro en sus manos.

 

“Sólo hay un Libro,” gritó el santo moribundo,

“Léeme la historia antigua.”

Y las palabras aladas que no pueden desaparecer,

Flotaba su alma hacia la gloria.

[Autor y obra desconocidos]

 

Sólo hay un Libro, el Libro de Dios, y que traza el camino de esta vida a la siguiente; de este mundo a nuestro hogar celestial.

Nuestro querido Señor, ¡qué consuelo saber que cuando tenemos este libro en nuestras manos, y cuando leemos en sus páginas sagradas de Ti, estamos mirando el rostro de nuestro Salvador. Esta es Su vida y amor hablando, caminando, invitando, amando, muriendo, resucitando, intercediendo, y algún día glorioso y consumador, viniendo otra vez. Oh Señor, que podamos apreciar sus palabras, aceptar su Salvador, escuchar Su voz, hacerle Señor de nuestras vidas, nuestra esperanza en este mundo y en el venidero.