El Testimonio de Cristo a la Palabra

El Testimonio de Cristo a la Palabra

November 16th, 1980 @ 8:15 AM

Lucas 24:25

EL TESTIMONIO DE CRISTO EN LA PALABRA Dr. W. A. Criswell Lucas 24:25 11-16-80 8:15 a.m. Les habla el pastor con el mensaje titulado El testimonio de Cristo en la Palabra. Como texto base leemos en el capítulo 24, el último capítulo de Lucas, comenzando en el versículo 25. Como es típico de nuestro Señor, está hablando a dos discípulos en el camino a Emaús:
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EL TESTIMONIO DE CRISTO EN LA PALABRA

Dr. W. A. Criswell

Lucas 24:25

11-16-80     8:15 a.m.

 

Les habla el pastor con el mensaje titulado El testimonio de Cristo en la Palabra. Como texto base leemos en el capítulo 24, el último capítulo de Lucas, comenzando en el versículo 25. Como es típico de nuestro Señor, está hablando a dos discípulos en el camino a Emaús:

 

“Entonces él les dijo: ¡Oh Anoetos – insensatos- y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?

Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

[Lucas 24:25-27]

Ahora el versículo 44 del mismo capítulo 24 de Lucas:

 

“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

 

La Torá, es la primera división de la Biblia del Antiguo Testamento; “escrito en la ley de Moisés,” la Torá, “y en los profetas:” el Nevi’im, esta es la segunda gran división de las escrituras judías del Antiguo Testamento, “y en los Salmos”, la tercera sección enorme de la Biblia hebrea judía es la Ketuvim, los Hagiographa, los Escritos. El libro más importante en las Escrituras, en el Ketuvim es el de los Salmos. Así que para la tercera sección de la Biblia hebrea, usan la palabra “salmos”. “Todas las cosas deben ser cumplidas, escritas en la Torá, en el Nevi’im, en el Ketuvim. “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” [Lucas 24:45]. Por tanto, el título del mensaje es El Testimonio de Cristo en la Palabra.

Es casi algo sagrado observar la reverencia del judío ortodoxo hacia la Santa Biblia, el Antiguo Testamento hebreo. Yo estuve en Jerusalén poco después de la guerra de 1948 que produjo la declaración del Estado de Israel. Solo habían tomado el monte Sión y la tradicional tumba de David. Habían convertido la tumba en una sinagoga. Cuando yo estaba allí, aquello estaba lleno de rabinos judíos ortodoxos y fieles. Mientras yo miraba, conmovido por la escena en la que me encontraba, acordaron leer la Torá, el pergamino de los libros de Moisés. Cuando comenzaron la lectura de la Torá, el pergamino, los rabinos besaban cada palabra de la página. Luego lo cerraron y besaron el pergamino desde la parte superior hasta la inferior. Luego besaron las borlas en las que colocan el pergamino. Después besaron todo el pergamino, de arriba abajo, con ternura, con amor, con reverencia y colocaron el rollo dentro del arca. Y esa santa reverencia hacia la Palabra de Dios, por parte del pueblo judío, se refleja con precisión y exactitud en la actitud y el espíritu de nuestro Señor. Tenemos la misma Biblia que ellos tenían. Las mismas Escrituras que esa congregación judía veneró, son las mismas Escrituras que el Señor leyó y que leemos hoy en la Antigua Alianza.

La actitud y el espíritu de nuestro Señor hacia la Biblia es manifiestamente visible y dolorosamente demostrable cuando lo comparamos con el contexto de prácticamente la totalidad de los académicos del mundo teológico actual. Mira al Señor Jesús como habla de Adán y Eva. Para todo el mundo liberal, Adán y Eva son personajes mitológicos, nunca vivió una pareja como esa, ni había allí ningún jardín del Edén. Y para la mayor parte, los evolucionistas, creen que surgimos de algún fango primordial y que nuestros antepasados ​​fueron los chimpancés, los antropoides y simios. Ese es el mundo académico. Pero ¿cuál era la actitud de nuestro Señor hacia la historia de principio de la humanidad? En el capítulo 19 del libro de Mateo, el Señor habla de la santidad y del propósito electivo de Dios en el matrimonio, utilizando para su gran declaración de fe que Dios les hizo “un hombre para una mujer”. Adán para Eva y Eva para Adán, y sobre la base de la realidad histórica del principio, concluye la gran base doctrinal para el matrimonio, el hombre y la mujer. Ese es el Señor Jesús.

Toda la comunidad académica, liberal, cree que el Deuteronomio es un documento falso. ¿Cuál es la actitud de nuestro Señor? La actitud de nuestro Señor hacia Deuteronomio es que cita de él más que de cualquier otro libro del Antiguo Testamento, más que de cualquier otro libro, y él siempre lo cita como de la pluma de Moisés. Tomemos a Daniel, el libro de Daniel. En toda la comunidad académica liberal, el libro de Daniel es también un documento falso, una falsificación, un fraude y, que en lugar de ser escrito, como se supone, en el 600 a.C., en realidad fue escrito en el año 165 a.C.  Todas esas revelaciones proféticas de Daniel, según la comunidad liberal, es historia escrita en forma de profecía. Todo el mundo liberal lo cree. ¿Cuál es la actitud de nuestro Señor hacia Daniel? En el capítulo 24 del libro de Mateo, el Señor lo menciona por su nombre específico: “Daniel, el profeta, el profeta” [Mateo 24:15]. Él dijo esas cosas por revelación de Dios, no es una falsificación, no es un documento falso, sino un hombre profeta que habló por el Espíritu del Señor. ¡Ese es Jesús, ese es el Señor!

Tomemos a Jonás: Supongo que en la comunidad académica liberal hay más burlas y más ridiculización del libro de Jonás que de cualquier otra pieza de la literatura en el mundo. “¿Jonás? ¡Ja, ja, ja!” Pero, ¿cuál fue la actitud de nuestro Señor hacia Jonás? En el espíritu de Jesús, como leemos en el capítulo doce de Mateo, Él usó a Jonás como un signo, una ilustración, un presagio y las arras de su propia muerte, sepultura y resurrección [Jonás 12:40]. Ese es el Señor. Ese es el espíritu y la actitud de nuestro Señor. Esto es algo en la prerrogativa de Dios, Su nombre es milagro y dondequiera que encontremos la obra de sus manos, encontraremos el increíble, asombroso y sobrenatural poder del Dios Todopoderoso. Ese es el Señor. Ese es el Señor.

El Señor dijo en el capítulo 5 de Mateo: “No habrá un punto, yod, no habrá una tilde…” un pequeño cuerno en la palabra alfabética teth, la “t”. “No habrá una jota, no habrá una tilde errónea de la ley”, y luego utilizó una ilustración:”… antes dejará de existir la creación que una jota “, una pequeña “yod,” o una tilde, “el pequeño cuerno en teth, “falle en su cumplimiento” [Mateo 4:18]. Esa es la actitud y el espíritu del Señor para con estas Sagradas Escrituras. Cuando leemos a través de la vida de nuestro bendito Salvador, el Libro estaba constantemente en sus manos. Con un Libro en la mano, las Sagradas Escrituras en su mano, y en su corazón y en su palabra de testimonio, el Señor estableció su ministerio público. Siempre que contaba una historia era una ilustración del espíritu de la Palabra de Dios. Por ejemplo, en el capítulo 12 de Mateo, habla de la reina de Saba, venir de tan lejos para escuchar la sabiduría de Salomón: “Y he aquí,” él diría, entonces la aplicación, “…uno más grande que Salomón está aquí”  [Mateo 12:42]. Ese es el Señor Jesús.

En el capítulo 4 del libro de Lucas, además del pasaje que leímos, tanto como se expone en el capítulo 61 de Isaías, se está hablando del gran amor de Dios para el mundo entero. Y Él lo ilustra: “En los días de Elías, en la terrible hambruna, había una viuda de Sarepta, en Sidón, y el profeta fue enviado a una mujer pagana” [Lucas 4:25-26].  Él usa un ejemplo más de esa misma verdad doctrinal, el amor de Dios para toda la humanidad: Habla de Eliseo. ¿Y quién fue sanado en los días de Eliseo? Un leproso con el nombre de Naamán, que era de Damasco, de Siria, un pagano [Lucas 4:27]. Ese es el Señor. Él constantemente usa ilustraciones de la Biblia en sus predicaciones, en sus enseñanzas.

Él utiliza la Palabra de Dios para la alertar. Al igual que en el capítulo 10 de Lucas, habla de Sodoma, Gomorra, de Tiro y de Sidón. En el capítulo 17 del Libro de Lucas, que habla de Noé y el juicio de Dios en los días de la inundación, y de Noé y el juicio de Dios que cayó sobre las ciudades de la llanura. Constantemente el Señor usa la Biblia como arma en defensa de la verdad de Dios. En la tentación, en cada una de las tentaciones de nuestro Señor, usa la Biblia como  flechas con las que derrota al malvado; usando la Biblia [Mateo 4:3-11].

Os voy a enseñar cuán a menudo pasa esto en la vida de nuestro Señor. He abierto el capítulo 12 del libro de Marcos. Si queréis abrir vuestras Biblias en el capítulo 12 del libro de Marcos, basta con ver esta página y ver la frecuencia con que el Señor utiliza la Biblia en la defensa de la fe. Él comienza el capítulo 12 con la parábola de los labradores malvados que tomaron los sirvientes y, finalmente, al hijo que fue enviado a la viña para encontrar el fruto que le pertenecía. Ellos habían maltratado a los sirvientes y matado a algunos de ellos, y finalmente mataron al hijo. Ahora miremos como usa la Biblia nuestro Señor en el versículo 10: “¿Ni aun esta escritura habéis leído?” Entonces cita Salmos 118:23.

Bien, ahora miremos nuevamente, comenzando en el versículo 18 hay una pregunta sobre la resurrección. Lleguemos hasta el versículo 26: ” Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo…?” Aquí cita Éxodo 3:6. Otra vez: Cuando se le pregunta sobre el primer gran mandamiento, Jesús responde, y dice: “Este es el primero de todos los mandamientos” [Marcos 12:29], y el Señor cita Deuteronomio 6:5. Luego dice: “El segundo mandamiento es semejante al primero, es decir,…” entonces cita Levítico 19:18. Muy bien, vamos al versículo 35 del capítulo 12 de Marcos: ” Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?” Aquí cita Salmo 110:1. Ese es el Señor, la Biblia estaba constantemente en sus manos. La Palabra del Señor estaba constantemente en sus labios. Y para Él la gran seguridad básica doctrinal de todas las cosas que conocemos y esperamos en Dios se encuentran en estas páginas sagradas. Ese es el Señor Jesús.

Ahora nuestra última gran manifestación, mirando a la vida de nuestro Señor, su actitud y espíritu hacia las Sagradas Escrituras: la tremenda autenticación incontrovertible de su ministerio mesiánico, que Él fue enviado por Dios para ser el Salvador, la gran garantía fundamental, eterna de la verdad de su misión, se encuentra en la Palabra de Dios, basada en la Palabra del Señor. Entonces te encuentras con esta maravillosa ilustración en el texto base: ” Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” [Lucas 24:27]. Y luego el versículo cuarenta y cuarto:

 

Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.

 

¡Para mí, esta es una de las cosas más absolutamente sorprendentes que he leído, visto u observado en mi vida! Es el Señor resucitado el que está de pie ante estos discípulos tan desanimados y desalentados, es el Señor resucitado, resucitado de entre los muertos. ¿Cuáles son las autenticaciones de su ministerio, su misión mesiánica? ¿Cuáles son?

Aquí está Él ante ellos resucitado. ¿No creéis que debería haber hecho algún milagro para que le creyeran? Eso es lo que todo el mundo busca, alguna señal. ¿No crees que Él haría un milagro? Él era capaz. Cuando miraban el ministerio de nuestro Señor, sus maravillas, decían: “Esto nunca se ha visto en Israel” [Mateo 9:33]. ¿No pudo haber hecho un milagro ante sus ojos como autenticación? ¿No podría haber hecho referencia a Sus grandes discursos? Cuando le escuchaban decían: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” [Juan 7:46]. Juan 7:46. Y es verdad. En toda la historia de la literatura, no hay nada como las palabras de nuestro Señor, nada. ¿No podría haber mencionado alguno de Sus enormes discursos? ¡No! Bueno, ¿a qué hace referencia? Él se refiere, como gran base para la autenticación de su ministerio mesiánico, ¡Él se refiere a la Palabra de Dios! Esto es lo que dice: Empezando por las Escrituras en Moisés, en los profetas, en los Escritos, les mostró lo relativo a Él [Lucas 24:27]. Y les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras [Lucas 24:45]. La gran autenticación de que Jesús es lo que dijo que era, que Él es el Señor, que Él es el Salvador del mundo, la autenticación se encuentra en el testimonio de las Escrituras.

Esto nos lleva a una observación acerca de la Palabra de Dios que es milagrosa. Es la siguiente: no hay literaturas sagradas, libros, de ninguna religión en el mundo que tenga profecía en ella, excepto la fe judeo-cristiana. Este Libro es único y peculiar de nuestra religión. Usted no encontrará profecía en ningún libro de Mahoma o Gautama el Buda, o Krishna, o Confucio. ¿Por qué? Porque inmediatamente sería evidente que eran ridículos en su incapacidad para describir el futuro. La revelación, la apertura del futuro es una prerrogativa de Dios Todopoderoso y solo de Él. Y en las Escrituras, solo en este Libro, solo aquí encontramos profecía, la revelación del futuro.

Cuando miramos a la Biblia y leemos estas maravillosas profecías, vemos que apuntan al Señor Jesús. Lo describen en términos más precisos que si estuvieran delante de Él, en su presencia describiéndolo, a pesar de que hablan de alguien que iba a venir 1500, 1000 años, 750 ó 500 años después, sin embargo, lo describen en la profecía como si le estuvieran mirando. Esos documentos, las Escrituras del Antiguo Testamento, se terminaron después de los días de Esdras, cientos de años antes del Señor Jesús. Si nombramos a los más grandes hombres de la tierra, son manchas diminutas en el polvo en comparación con la gloria de la estatura, de la maravilla de nuestro Señor Jesucristo, del cual esas profecías hablaron en esos últimos siglos. Su nombre es, literalmente, “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz,” no hay otro como Él.

Es por eso que es un pecado para nosotros, y si se persiste en él, un pecado imperdonable, rechazar el testimonio de Dios y la Palabra de Dios con respecto a la deidad, a la salvación y al ministerio mesiánico de nuestro Señor. “El que cree no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado”, así lo dijo Juan en Juan 3:18. Y entonces concluyó el capítulo, en Juan 3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” .Tan plena y tan completamente ha autentificado Dios la salvación de Su Hijo que, si lo rechazo y niego, no me enfrento a otra alternativa que el rechazo y juicio.

Señor, dame el espíritu de aceptación, de adoración reverencial y de fe. No hay nadie como Él, lo dijo Moisés, lo dijeron los profetas, lo dijeron los apóstoles, lo dijo el divino Espíritu Santo y así han dicho los santos y los mártires a través de los siglos, desde entonces. Él es el Cordero de Dios, el Salvador del mundo y nuestro Salvador. Nuestro maravilloso, maravilloso Señor, ¡qué base para la fe nos has escrito en la Palabra! ¡Qué firmes cimientos, oh santos del Señor, tenemos en la Palabra de Dios! Y podemos tenerla en nuestras manos, podemos leerla, habla a nuestras almas y vemos el rostro de Jesús en sus páginas sagradas de una forma más plena y completa que si estuviera en carne y hueso ante nosotros.

En esa certeza, Señor, nos entregamos a Ti en obediencia, en adoración reverencial. Y en la bondad y la gracia de Aquel que murió para salvarnos, podemos encontrar el perdón de nuestros pecados y la seguridad de la vida eterna.