El Misterio Insondable de la Trinidad

El Misterio Insondable de la Trinidad

March 1st, 1981 @ 8:15 AM

2 Corintios 13:14

EL MISTERIO INSONDABLE DE LA TRINIDAD Dr. W. A. Criswell 2 Corintios 13:14 3-01-81      8:15 a.m.   Hoy os presento el mensaje titulado El Misterio Insondable de la Trinidad. Es el último sermón de la serie doctrinal de teología, la presentación de la revelación de Dios....
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EL MISTERIO INSONDABLE DE LA TRINIDAD

Dr. W. A. Criswell

2 Corintios 13:14

3-01-81      8:15 a.m.

 

Hoy os presento el mensaje titulado El Misterio Insondable de la Trinidad. Es el último sermón de la serie doctrinal de teología, la presentación de la revelación de Dios. Para concluir la serie sobre teología correcta de Dios… el misterio desconcertante e inexplicable e insondable de la Trinidad.

En 2 Corintios, el último capítulo, el último versículo, Pablo concluye su carta a la iglesia de Corinto con una bendición trinitaria: ” La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amen” [2 Corintios 13:14]. La tri-personalidad de Dios: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo”, los tres en uno, el insondable misterio de la Trinidad.

No es que el misterio de la Trinidad sea el único misterio insondable que nos rodea. Vivimos en un misterio inexplicable cada momento de nuestras vidas. Nosotros mismos somos parte inseparable de él. ¿Cómo se explica el hecho de que el espíritu inmaterial y la materia corporal estén los dos juntos y que conformen nuestras vidas? No tiene explicación. Solo lo vemos y vivimos con ello.

Jesús, en el capítulo diez del Evangelio de Mateo, se refiere a nosotros como “cuerpo y alma”; “psuche”, alma, el espíritu emocional, intelectual sensible, “alma”, y el “soma”, el cuerpo físico material. ¿Cómo es que el espíritu y el cuerpo pueden estar unidos entre sí en una personalidad? Pero ahí estás. ¿Y cómo es que ese espíritu, la mente, la voluntad, influyen en la materia? No lo sabemos, ni lo sabe nadie. No lo podemos entender. Es solo uno de los misterios desconcertantes de la vida.

Lo mismo sucede con el misterio insondable de la Trinidad. La única diferencia es que cuando hablamos de Dios, llegamos al infinito, más allá de lo finito. No hay hombre que en su mente pueda contener, explicar o entender estas revelaciones inescrutables e insondables.

Se dice que Agustín de Hipona estaba caminando por la orilla del mar y vio a un niño pequeño cavar una zanja en la arena. Se detuvo y dijo al joven: “¿Qué estás haciendo?” El pequeño respondió: “Señor, estoy cavando una zanja aquí en la arena”. Y Agustín le preguntó: “¿Qué vas a hacer con ella? ¿Para qué?” A lo que el pequeño respondió:” Voy a vaciar el mar en mi zanja”. Mientras Agustín caminaba por la orilla del mar, comenzó a meditar acerca de lo que el muchacho le había dicho. Él iba a vaciar el mar en su pequeña zanja. Entonces Agustín expresó: “A veces pensamos que vamos a concentrar la enorme infinitud de Dios en nuestras mentes limitadas”. Es inalcanzable. Es inescrutable. Es incomprensible. Es incontenible el misterio del insondable e infinito Dios.

En todas las formas de vida, cuanto más complejo sea el nivel que alcancemos, más intrincado e inexplicable este llega a ser. Una roca, un árbol, un animal, hasta un hombre, incluso el Dios poderoso, el insondable misterio de la Trinidad, es solo eso. Dios se revela a nosotros en las Sagradas Escrituras como una tri-personalidad. Además, en nuestra experiencia humana conocemos a Dios como una Trinidad, una tri-personalidad. Comencemos ahora.

En primer lugar, Dios se revela a nosotros como una tri-personalidad. En la naturaleza infinita de Dios hay tres distinciones eternas, y las tres son iguales. Son coeternas. Hay una esencia, pero hay tres subsistencias. Hay tres en uno y uno en tres. Conocemos a Dios en las Sagradas Escrituras como una personalidad. Él conversa. Se mueve. Piensa. Él habla. Él actúa. Dios vive y se nos revela en las Sagradas Escrituras.

Cuando abro La Biblia y leo su primer versículo en  el primer capítulo, me encuentro con la deidad de Dios en tres distinciones. Comienza: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Y el segundo verso: “Y la tierra estaba desordenada y caóticamente vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas… Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” [Génesis 1:1-2, 26]. Es la auto-revelación de Dios:” En el principio creó Dios,” plural: “Dios.”

La forma singular de la palabra hebrea para Dios es El, e-l, como Elcana y su hijo Samuel. La combinación se encuentra a menudo en la forma de nombrar a los niños hebreos. El, Dios, y la forma plural de El es Elohim. Y Elohim es la palabra que aquí se traduce “Dios”, en plural.

He contado en el primer capítulo del Génesis que Elohim se usa treinta y dos veces. En los libros de Moisés, Elohim se usa más de quinientas veces. Y en el Antiguo Testamento, el plural Elohim se usa más de cinco mil veces y siempre con un verbo en singular. Elohim, plural con un verbo en singular, uno, una pluralidad en la unidad y la unidad en la pluralidad, Elohim. La forma plural representa la gloria abundante y la infinitud de Dios. El verbo en singular, que Él es uno: “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es” [Génesis 1:1-2, 26].

¿Os dais cuenta? De inmediato se nos presenta la segunda distinción en la Divinidad. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra… y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. El Espíritu de Dios, hay una distinción inmediata hecha en la Trinidad, el Espíritu de Dios.

A través de toda la Biblia vamos viendo la revelación del mover, el hablar, el actuar del Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios vino sobre Bezaleel y Aholiab para que fueran capaces de formar y diseñar todas las cosas hermosas que hicieron en el tabernáculo. “El Espíritu de Dios vino sobre David”, y en el siguiente versículo: “Y el Espíritu de Dios dejó a Saúl y un espíritu malo le atormentaba” [1 Samuel 16:13-14]. O en Zacarías: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor” [Zacarías 4:6]. Una distinción de la Divinidad: Dios, el grande, el Padre y Dios el Espíritu Santo que se mueve y trabaja en el corazón y la vida humana.

En el Antiguo Testamento, en esta pluralidad, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” [Génesis 1:26]. Hay otra persona que está apareciendo constantemente en las Escrituras del Antiguo Testamento. ¿Quién es Él? Veamos.

En la historia incomparable y emocionante de Abraham, en el capítulo veintidós del Génesis, en la ofrenda de Isaac en el monte Moriah, cuando Abraham obedeció a Dios atando a su único hijo y dándolo como un sacrificio, él levanta el cuchillo para clavarlo en su corazón… Escuchemos la historia: “Y el ángel del Señor habló a Abraham, diciendo: Por mí mismo, dice el Señor, he jurado” [Génesis 22:15-16]. Y luego, a continuación: “Lo que Dios ha jurado a Abraham”. Este es el ángel del Señor jurando por sí mismo a Abraham, diciendo: “Por cuanto obedeciste a mi voz, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” [Génesis 22:17-18].

¿Quién es ese ángel del Señor? “El ángel del Señor habló a Abraham diciendo: Por mí mismo he jurado, dice el Señor,… te bendeciré”. ¿Quién es ese ángel del Señor?

Tomemos de nuevo, el capítulo treinta y uno de Génesis: “El ángel del Señor habló a Jacob, diciendo: Yo soy el Dios de Bet-el” [Génesis 31:13]. ¿Quién es este ángel del Señor que dice: “Yo soy el Dios de Bet-el?” Vayamos otra vez al capítulo tres del libro de Éxodo, Moisés cuidaba las ovejas de su padre en el desierto del Sinaí y vio una zarza ardiendo que no se consumía.

Moisés dice: ” Iré yo ahora y veré esta grande visión… Y el ángel del Señor habló a Moisés desde la llama de la zarza que ardía, y dijo: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” [Éxodo 3:3-6]. ¿Quién es este ángel del Señor que le habla a Moisés, diciendo: “Yo soy el Dios de tus padres?” ¿Quién es ese ángel del Señor?

En la historia de Josué cuando este cruza el río Jordán y rodea Jericó, Josué ve frente a él un guerrero. Y, entrando en su presencia, Josué le pregunta: “¿Quién eres tú?” El guerrero le responde: “Como jefe del ejército del pueblo de Dios he venido” [Josué 5:13-14]. Y Josué se postra delante de él. Ese guerrero le dice: “Quítate los zapatos de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa” [Josué 5:15]. ¿Quién es ese guerrero que dice: “Como jefe del ejército del pueblo de Dios, he venido?” ¿Quién es?

O simplemente, una vez más, en el horno calentado siete veces en el que metieron a los tres jóvenes hebreos. Nabucodonosor miró de cerca y vio a tres jóvenes caminando sin quemarse y sin consumirse. Y el rey exclamó: “Pero hay un cuarto que camina en medio de ellos en el horno y el aspecto del cuarto es semejante al Hijo de Dios” [Daniel 3:25]. ¿Quién es?

Siempre a lo largo del Antiguo Testamento, vemos a este ángel de la presencia de Dios que aparece. Es una Cristofanía. Es una epifanía. Es la tercera persona con Dios y el Espíritu Santo en la Trinidad de la Deidad. En el Antiguo Testamento Dios se revela como una tri-personalidad: el Padre, Elohim, el Espíritu, el ruach, y el ángel de Su presencia, la Cristofanía, el Cristo. En el Antiguo Testamento conocemos a Dios como una persona cuyo nombre es Jehová. Pero cuando se nos revela en el Nuevo Testamento, se llama el bendito y maravilloso Señor Jesús.

Llegamos ahora al Nuevo Testamento. No solo en el Antiguo Testamento Dios se nos revela como una tri-personalidad, tres distinciones eternas en la Deidad, sino en todo el Nuevo Testamento se hace la misma revelación del carácter de la persona de Dios.

Comienza así. En el primer capítulo de Mateo, se presentan los tres. “De acuerdo a la Palabra del Señor ha sucedido esto, que una virgen concibió por el Espíritu Santo, y que llamará su nombre Joshua, Salvador” [Mateo 1:20-21]; en griego y en inglés se refiere a Jesús. “Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que fue dicho del Señor por el profeta Isaías: “Una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y  llamará su nombre Dios con nosotros, Emanuel, Dios está con nosotros”. Los tres del principio. Esa es la forma en que la historia comienza en el primer capítulo del libro de Mateo.

Cuando Jesús comenzó su ministerio mesiánico, los tres están juntos. El Hijo de Dios es bautizado y el Espíritu Santo de Dios, en la forma de una paloma, desciende sobre él. La voz del Padre dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” [Mateo 3:16-17]. Los tres juntos.

Y la historia termina así en Mateo 28 en la Gran Comisión, las últimas palabras: “Bautizándolos en el nombre del” singular, y tiene tres nombres: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” [Mateo 28:19]. A lo largo de la Biblia, Dios se nos presenta como una Trinidad.

Copié algunos de estos pasajes de las Escrituras donde se nombran los tres en la Deidad. Uno es el pasaje de nuestro texto que comienza: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” [2 Corintios 13:14]. Ahora se trata de pasajes del Nuevo Testamento donde se nombra a los tres: Lucas 1:35, Juan 14:26, Juan 15:26, Gálatas 4:6, 1 Pedro 1:2, Judas 20 y 21, Apocalipsis 1:4-6. También fui a través del libro de Efesios y allí, las tres personas de la Trinidad son nombradas en Efesios 1:17, Efesios 2:18, Efesios 3:14 y 16, Efesios 4:4 y 7, Efesios 5:18-20 y Efesios 6:17 y 23.

Las tres personas son nombradas como Pablo las nombra aquí: “La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén”. Dios se revela a sí mismo en su auto-revelación como una tri-personalidad.

Mientras estaba estudiando este tema, me sentí abrumado por algo que nunca había visto antes. Dondequiera que en la Biblia se nombran a los tres, cuando se unen, sin excepción es para una bendición redentora. Es en el consuelo y en la misericordia que Dios se revela a sí mismo. Cuando se lee en la Biblia sobre cada uno de los miembros de la Trinidad individualmente, algunas veces se hace referencia al juicio. Pero cada vez que los tres se presentan juntos, siempre y sin excepción, es en con respecto a la misericordia, la redención, la bondad y el infinito perdón misericordioso.

Tomo sólo dos pasajes. Uno de ellos está en el capítulo sesenta y tres de Isaías. Las tres personas de la Trinidad son mencionadas en Isaías [63]:7-10. Ahora, miremos lo que dice: “Voy a hablar de la misericordia del Señor… todas las cosas que el Señor nos ha dado, y su gran bondad para con nosotros. Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son: por tanto Él fue su Salvador”, con ”S” mayúscula.

“En toda angustia de ellos Él fue angustiado, y el ángel de Su presencia…”¿No dije que en toda la Biblia aparece el ángel? ”En toda angustia de ellos Él fue angustiado, y el ángel de su presencia los salvó: en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad”. ¡Qué hermosa revelación de Dios! Las tres personas mencionadas aquí.

Elijo solo otro pasaje, donde se nombra a los tres para misericordia y redención. En el primer capítulo del Apocalipsis: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia…” Número uno: “Gracia a vosotros y paz, de Aquel que es y que era y que ha de venir…”, que es Dios. Número dos “… y de los siete Espíritus que están delante de su trono,…” [Apocalipsis 1:4]. Siete es el número de la plenitud, la presencia rebosante del Espíritu de Dios. Ese es el número dos y número tres:

…y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

[Apocalipsis 1:5-6]

Siempre que se presentan los tres juntos, es con referencia a la misericordia, el amor y la redención. Esa es la revelación de Dios en la Biblia, siempre como una tri-personalidad.

Conocemos a Dios en la experiencia humana como una tri-personalidad. Dios Padre, trascendente por encima de todo. Dios el Hijo, cercano a través de todo y Dios el Espíritu Santo, inherente a todo. Conocemos a Dios en la experiencia humana como una tri-personalidad. Lo conocemos de esa manera en la conversión, en la salvación, en la regeneración. Dios, el grande y santo, más allá y por encima de todo el mundo, el gran Dios santo y nosotros, tan pecadores, una criatura agonizante. ¿Cómo acercarnos a la imponente santidad de Dios, nosotros que estamos hechos de polvo y ceniza, nosotros que somos tan pecadores? ¿Cómo llegamos a su presencia? Llegamos por el amor redentor y la misericordia de nuestro Señor Jesús. Él llevó nuestros pecados, Él lavó la mancha en el alma, y ​​nos invita a acercarnos confiadamente al trono de la gracia, el trono de la gracia, para que podamos encontrar el perdón [Hebreos 4:16]. También nos anima así a conseguir el mover del Espíritu en nuestros corazones. Nadie podría responder si no fuera por el mover del Espíritu en nuestros corazones. Conocemos a Dios y nos acercamos a Dios en la experiencia humana como una tri-personalidad.

Así vivimos delante del Señor. Oramos a él en una tri-personalidad, la auto-revelación de Dios para nosotros. Oremos al Padre: “Padre nuestro que estás en los cielos…” [Matthew 6:9], y venimos en el nombre de Jesús, no en nuestro nombre o en nuestra justicia, sino invocando la sangre y el perdón de nuestro Señor. Y el Espíritu Santo nos mueve. Sentimos su presencia en nuestras almas profundas. El Espíritu Santo de Dios nos mueve a invocar el nombre del Señor. Conocemos a Dios en la experiencia humana como una tri-personalidad, nuestro Padre y nuestro Salvador, y el Espíritu de Dios que se mueve en nuestras almas.

Nuestro Señor maravilloso, no es que nuestras mentes puedan comenzar a comprender el insondable e inexplicable misterio, es solo que te amamos, te adoramos y confiamos en Ti, Dios Padre, Dios nuestro Salvador y Dios Espíritu Santo en nuestras almas.