El Bautismo del Espíritu Santo

El Bautismo del Espíritu Santo

August 9th, 1981 @ 10:50 AM

Hechos 2:1-4

47- EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO Dr. W. A. Criswell Hechos 2:1-4 8-09-81     10:50 a.m.   Dentro de la serie de mensajes doctrinales de la Biblia, las grandes doctrinas de la Biblia, estamos en la sección pneumatología, la doctrina del Espíritu Santo y el mensaje...
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47- EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Dr. W. A. Criswell

Hechos 2:1-4

8-09-81     10:50 a.m.

 

Dentro de la serie de mensajes doctrinales de la Biblia, las grandes doctrinas de la Biblia, estamos en la sección pneumatología, la doctrina del Espíritu Santo y el mensaje de hoy es El Bautismo Del Espíritu Santo.

Vayamos con nuestras Biblias a Hechos capítulo 2. El día de Pentecostés había llegado plenamente y de repente llegó no solo un estruendo del cielo, como de un viento recio que soplaba, sino que apareció una gran llama ondulante que mientras descendía, se separó en pequeñas partes. Sobre cada uno de los presentes ardía una llama de fuego: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras glossaglossa” [Hechos 2:1-3]. En el versículo 6 ”cada uno les oía hablar en su propia lengua”. En el versículo 11 “cretenses y árabes los oímos hablar en nuestras glossa las maravillas de Dios”.

¿Qué es lo que sucedió el día de Pentecostés? Siempre se refieren a esto como el bautismo del Espíritu Santo. Todos ellos fueron bautizados con el Espíritu Santo y nosotros estamos bautizados con el Espíritu Santo. Bien, miro a lo largo de toda la historia bíblica y no encuentro la palabra bautizar. No la encuentro en ninguna parte. Debe haber sido una omisión. Quizás la inspiración no sea tal como pensamos. Tal vez la infalibilidad no es tanta como nos la han hecho creer. Acaso la infalibilidad sea falible, después de todo, porque yo miro a lo largo de la historia cuidadosamente y nunca se utiliza la expresión “bautismo del Espíritu Santo”.

Bueno, seguro que lo encuentro en la siguiente página. Pero leo la siguiente página y no está allí. Estará en la página siguiente. Me dirijo a la página siguiente y no está allí tampoco. Bueno, tal vez se olvidaron el día de Pentecostés, pero se acordaron en Samaria. Así que me dirijo al gran avivamiento en Samaria y tampoco se menciona allí.

Bueno, seguro que se menciona en Cesarea, la gran apertura de la puerta a los gentiles. Encontraré el bautismo del Espíritu Santo en Cesarea, pero no está allí. Así voy a través de todo el Libro y nunca se menciona. Nunca se hace referencia. Bien, eso es asombroso.

Al estudiar la Biblia y escudriñar las Escrituras, una vez, solo una vez en la profecía de Juan el Bautista se dice que el Señor Jesucristo, cuando ascienda al cielo después de su muerte, sepultura y resurrección, Él bautizará al mundo en el Espíritu Santo [Juan 1:33]. Esta profecía es mencionada por Jesús en el primer capítulo del libro de los Hechos [versículo 5]. También es mencionada por Pedro en el capítulo 11 del mismo libro [versículo 16]. Pero luego no se menciona en ningún otro lugar.

Juan el Bautista está profetizando que en la muerte, sepultura y resurrección, la imagen, el significado del bautismo como la promesa del Padre a Jesús, tal como Él lo describe, sería el privilegio, el don, la maravillosa recompensa de bautizar, derramando el Espíritu Santo de Dios en este mundo. El don de la ascensión de Cristo sucedió una vez y ese bautismo no volverá a suceder nuevamente. Hay una encarnación en Cristo Jesús, Dios encarnado en Cristo. Nunca habrá otra encarnación. Hay un gran bautismo del mundo en el Espíritu Santo, y nunca más volverá a suceder.

Jesús dijo que Él estará aquí para siempre [Mateo 28:20]. Es el don de la ascensión de Cristo, la promesa del Padre para Él: “Si sufres y mueres por la redención del mundo, te daré la recompensa del Espíritu Santo de Dios derramado sobre la tierra”.

Vivimos, pues, en una nueva dispensación. Vivimos en una nueva era, la era de la gracia, la era del Espíritu Santo, la edad de la predicación del evangelio. Y ahora, en esta época, es el Espíritu Santo quien nos bautiza en el cuerpo de Cristo. Vayamos ahora a 1 Corintios 12:13: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,” el cuerpo de Cristo, la iglesia, “tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Por el Espíritu Santo de Dios somos todos bautizados en el cuerpo de Cristo. En esta época, en esta dispensación, el que bautiza es el Espíritu Santo, Él nos bautiza. Él nos une al cuerpo de Cristo de una vez por todas, cuando somos salvos.

El bautismo en el Espíritu Santo tiene que ver con la iglesia porque el Espíritu Santo nos une al cuerpo de Cristo. Somos bautizados en la iglesia, el cuerpo de nuestro Señor.

Ahora, vamos a dar marcha atrás a Hechos capítulo 2. Si el bautismo del Espíritu Santo es una nomenclatura del cielo, esto es algo que sucedió allá arriba en el cielo, entonces el bautismo del Espíritu Santo es un don de la ascensión. Después de la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor, Dios le dio a él la promesa de que enviaría al Espíritu Santo, para bautizar al mundo y así, Él estaría aquí con nosotros para siempre [Juan 14:16].

Si el bautismo del Espíritu Santo es la nomenclatura de los cielos, si sucede allá arriba en el cielo, entonces ¿qué es lo que experimentamos aquí en la tierra? Vamos a leerlo en la divina, inspirada e infalible revelación de Dios. Hechos 2 versículo 4, comenzamos allí: ”Todos fueron llenos del Espíritu Santo”. Ahora pasemos a Hechos 4 versículo 8: “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo…” Ahora, pasemos al capítulo 4, versículo 31:” Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía la palabra de Dios”.

Vayamos al capítulo 6, versículo 3: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo”. En ese mismo capítulo, veamos el versículo 5. Hechos 6, versículo 5: “Agradó la propuesta a toda la multitud. Y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo”. Ahora vayamos al capítulo 7, versículo 55: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios”.

Ahora, continuamos en el capítulo 9, versículo 17, y Ananías vino al hermano Saulo, Pablo de Tarso y le dijo: Now turn to chapter 13, verse 9, “Then Saul (who also is called Paul), filled with the Holy Spirit, said….”  No need to go any further.  There’s no exception to that.  It is always that, “Filled with the Holy Spirit of God.”

“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo”. Ahora, vayamos al capítulo 11, versículo 24: “Era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor”. Ahora el capítulo 13, versículo 9: “Entonces Saulo (que también es Pablo) lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo:” No hay necesidad de ir más lejos”. No hay ninguna excepción, siempre está “lleno del Espíritu Santo de Dios.”

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el bautismo del Espíritu Santo y la llenura del Espíritu Santo? Primero: Nunca hemos sido ordenados a ser bautizados con el Espíritu Santo. No hay tal cosa en la Biblia. Nunca hemos sido ordenados a ser bautizados con el Espíritu Santo. Sino que se nos manda ser llenos del Espíritu Santo. Efesios 5:18: “Sed llenos del Espíritu.”

Segundo: El bautismo del Espíritu Santo Dios lo hace una vez por todas, cuando nos añadimos al cuerpo de Cristo, una vez en nuestra vida. Así como una vez el bendito, ascendido Salvador bautizó al mundo en el Espíritu Santo, solo una vez somos bautizados por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo. Entonces somos llenados una y otra y otra vez.

Ahora echemos un vistazo a esto. Vayamos de nuevo a 1 Corintios 12:13. Nunca se nos manda a ser bautizados por el Espíritu Santo. Se nos ordena ser llenos del Espíritu Santo. Somos bautizados por el Espíritu Santo una vez en nuestras vidas, cuando somos salvos. Cuando somos añadidos al cuerpo de Cristo, somos bautizados Su cuerpo. El pasaje es: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,” en el cuerpo de Cristo, en la iglesia.

Ahora, miremos detenidamente esta palabra, ebaptisthēmen. Es un aoristo indicativo pasivo de la palabra griega baptizō, bautizar. Un aoristo siempre se refiere a una cosa que ha ocurrido una vez.

Porque por el Espíritu una vez, cuando nos  convertimos, en ese momento, solo una vez, somos bautizados en el cuerpo de Cristo. Cuando soy salvo, soy bautizado en el cuerpo de Cristo una vez, es una experiencia puntual, de una vez por todas y para siempre.

Ahora, vamos a Efesios 5:18:” No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Plērousthe, presente indicativo, de acción continua: “Sed llenos del Espíritu”. El bautismo, en cambio, es un aoristo, una vez en la vida, una vez y para siempre, una sola vez y para siempre.

Usted no es agregado al cuerpo de Cristo y luego quitado y luego agregado nuevamente, y luego quitado. Como un hombre no se corta una mano y se la pone de nuevo, o se corta un pie y se lo pone de nuevo, o la cabeza y se la pone de nuevo. Cuando uno es agregado al cuerpo de Cristo, está agregado para siempre. Una vez en la vida, eres agregado al cuerpo de Cristo y es una acción para siempre.

Ahora, “Sed llenos del Espíritu Santo.” Esto está expresado en presente, indica una acción continua. Sigue siendo continuamente lleno del Espíritu Santo. Tenemos que ser llenos del Espíritu Santo una y otra vez y otra y otra vez. Así que podemos decir que el bautismo del Espíritu Santo es posicional. Es algo que Dios hace por nosotros. Es como escribir nuestros nombres en el Libro de la Vida. Dios lo hace.

Cuando nos convertimos, Dios nos añade a la iglesia. Dios nos bautiza en el cuerpo de Cristo. Dios lo hace. Es posicional. El bautismo del Espíritu Santo es algo que Dios hace por nosotros. Esto nos sitúa en una relación en Cristo. Dios lo hace. La llenura es una experiencia. Sentimos su presencia, su gracia y su poder, una y otra y otra vez: La llenura del Espíritu Santo.

Otra cosa: La diferencia entre el bautismo y la llenura. El bautismo es algo que Dios hace por todos los creyentes, todos ellos. No hay tal cosa como una clase de elite, una ciudadanía de primera clase en la iglesia. Todos nosotros somos bautizados en el cuerpo de Cristo. Miremos la palabra” todos” en este pasaje: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en el cuerpo de Cristo” [1 Corintios 12:13]. Y en Gálatas 3:26 y 27: “Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.

Es para todos nosotros. No hay tal cosa como aquel grupo especial. Ellos son la élite. Son los elegidos. Son los inusualmente bendecidos. Han sido bautizados con el Espíritu Santo, y aquellos no han sido bautizados con el Espíritu Santo. Todos por igual, todos somos bautizados en el cuerpo de Cristo cuando nos convertimos, cuando somos salvos. Se trata de una acción que se realiza una vez por todas.

Ahora, permitidme señalar dos cosas que suceden cuando te conviertes, cuando eres salvo. Número uno: Jesús viene a nuestro corazón. Eso es lo primero. Él entra en el alma y Él hace Su hogar en nosotros. Apocalipsis 3:20 dice de nuestro Señor: “He aquí, yo estoy a la puerta”- de tu corazón, de tu vida, de tu casa, de tu hogar y de tu negocio- “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”. Esta es lo primero que sucede cuando somos salvos, Jesús viene a nuestro corazón.

Hay una segunda cosa que sucede cuando somos salvos: Somos situados en Cristo. Volvamos a Gálatas 3:26-27: ” Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”, aceptándolo como nuestro Salvador. Todos los que han hecho esto, han sido convertidos. Has aceptado al Señor, has abierto tu corazón al Señor, y él entra en tu corazón. Todos los que hemos hecho esto, hemos sido bautizados en Cristo, colocados en Cristo, unidos al cuerpo de Cristo, y revestidos de Él.

Ahora, la expresión “revestido de Cristo” es correcta. No hay nada malo en esa traducción. Pero la palabra griega utilizada es mucho más intensa. Enedusasthe es un aoristo medio indicativo de enduōenduō  significa vestir a uno mismo, llevar ropa. Enduma se refiere a la ropa, a una prenda de vestir. La palabra Investidura se origina aquí. Un hombre que tiene una gran investidura, dotación, enduma, ropa. Endusis se refiere a la utilización de la ropa. Así que lo que expresa aquí es que todos los que han sido convertidos, hemos sido bautizados en Cristo. Hemos sido añadidos al cuerpo de Cristo. Dicho de otra manera, Enedusasthe, hemos sido vestidos con Cristo. Estamos en Cristo como vestimos nuestra ropa. Eso es exactamente lo que Pablo está diciendo aquí, con el significado de la palabra griega, enedusasthe. Todos los que hemos aceptado a Cristo hemos sido bautizados en Cristo y hemos sido puestos en Cristo. Se nos ha vestido de Cristo. Como un hombre que viste su ropa, estamos en Cristo.

Ahora, lo muestro en las Escrituras de otra manera. Todos recurrimos a Juan 14, Juan 14 versículo 20. Miremos en ese versículo:”Vosotros en mí, y yo en vosotros”. Juan 14, versículo 20: ” En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros”. Esta es nuestra conversión. Cuando Jesús entra en el corazón, en la casa, en el hogar, en la vida, en nuestro trabajo, en nuestro negocio, en nuestros sueños y en nuestras oraciones, en nuestras esperanzas y en todo lo posible, cuando Jesús entra, “yo en vosotros”, es cuando somos maravillosamente salvos. Jesús viene y vive allí, en nuestros corazones, “yo en vosotros.”

La otra parte: “…y vosotros en mí”. Este es el bautismo del Espíritu Santo. Enedusasthe, significa vestirnos de Cristo. Nosotros estamos en él y en él para siempre, salvos para siempre. Leyendo los capítulos 5 y 6 del libro de Romanos, nos encontramos en el viejo Adán, y en este mundo de muerte. Pero el Espíritu Santo nos levanta y nos pone en Cristo, en un nuevo mundo, una nueva esperanza, un nuevo sueño, una nueva vida, una nueva peregrinación y un nuevo camino, todo es nuevo. Nacemos de nuevo.

Es algo hermoso que Dios hace por nosotros: “Yo en vosotros”, cuando Jesús entra en mi corazón, y “nosotros en Cristo”, cuando el Espíritu Santo nos pone en el Señor, cuando somos bautizados en el cuerpo de Cristo, y estamos en el Señor Jesús, cuando somos revestidos de su gloria, justicia, amor y gracia. Esto es lo que Dios ha hecho por nosotros [Juan 14:20].

Voy a resumir lo que he tratado de decir y enseñar de la Santa Palabra. Número uno: La necesidad de todos los hombres en todas partes es la regeneración, nacer de nuevo, ser añadido a la familia de Dios, estar en Cristo. Por naturaleza estamos en el viejo Adán, sin regenerar. Por naturaleza estamos perdidos y condenados. Tenemos que nacer en la familia de Dios, ser añadidos a la familia de Dios. El Espíritu Santo nos debe regenerar y nos ha de añadir al cuerpo de Cristo, a todos los hombres en todas partes.

Una segunda observación: El poder del Espíritu Santo de Dios es absolutamente invencible, inconmensurable e infinito en Su capacidad para convencer, convertir y salvar, para dirigir al nuevo nacimiento y a la regeneración en todos los ámbitos de la vida humana. ¡Es un milagro! ¡Es una maravilla!

Una tercera observación: El llamamiento del Espíritu Santo no es para ninguna clase en particular o para alguien en particular. El llamamiento del Espíritu Santo al arrepentimiento y a la conversión, a la fe y a la salvación es universal. Se dirige a todos los hombres, en todo lugar, a todos los hombres y mujeres por igual.

Y una última observación, la respuesta es siempre la misma, siempre. Cuando el Espíritu Santo apela al corazón, hay convicción, hay arrepentimiento, hay aceptación, hay fe en Cristo. Hay una confesión pública, una recepción alegre de la bondad de Dios en el bendito Señor Jesús. Y hay un bautismo en agua, que es una figura y un símbolo del bautismo del Espíritu Santo que nos agrega al cuerpo de Cristo, una hermosa fe, una doctrina preciosa y una experiencia maravillosa.